Zona Rociera

















El Rocío, uno de los centros más importantes de religiosidad popular y de devoción mariana en la actualidad, cuyo centro es la Virgen del Rocío, Virgen de Pentecostés, hunde sus raíces a finales del siglo XIII, coincidiendo con la reconquista de esta tierra a los árabes y su recuperación para la cristiandad.
El lugar que hoy conocemos como El Rocío da nombre no sólo a la Virgen, sino a una aldea y a un territorio concreto que no siempre se llamó así. Ni su configuración paisajística, ni su demarcación y dependencias administrativas fueron siempre las mismas.
Alfonso X "El Sabio" conquista esta tierra a los árabes, a cuya jurisdicción pertenecía al reino de taifa de Niebla.
En 1582 el Concejo de Almonte adquiere las tierras denominadas Madre de las Marismas, junto a la Ermita, con todo lo que hoy es ruedo de la aldea, quedando esta zona no sólo ya término de Almonte sino propiedad de su municipio, quien sigue siéndolo en la actualidad.
A escasa distancia de la Ermita dos grandes cazaderos reales: Lomo de Grullo, término de Hinojos; y la Rocina, donado al Duque de Medina Sidonia, Señor de la villa de Almonte y a la vez Conde de Niebla.
Toda esta tierra señorial, donde se enclava la Ermita, estaba atravesada por caminos muy transitados que se cruzan a escasos metros de esta, convirtiéndola en lugar de encrucijada que será vital para que se propague con facilidad la devoción a la Blanca Paloma.

La Ermita es también lugar equidistante de poblaciones de tres provincias: Huelva, Sevilla y Cádiz, que convergen en este enclave, extendiéndose rápidamente la devoción por las poblaciones de las comarcas más próximas: Aljarafe sevillano, con Villamanrique y Pilas, el Condado de Huelva, con La Palma y Moguer y Cádiz con Sanlucar de Barrameda o Rota. Son éstas las primeras poblaciones con Hermandades constituidas, después de la de Almonte que ya existía con anterioridad.
Con el tiempo el escenario de la devoción se irá agrandando a lo largo y ancho no sólo del territorio andaluz, sino de otros muchos puntos de la geografía nacional.
En medio de todo ese conjunto paisajístico y vital, la historia del Rocío se va a dar de frente con lo que es, sin duda, el germen de la devoción rociera: la belleza serena y peregrina de una Imagen que transmite algo y que fue precisamente colocada allí, ya veremos cómo, pero con tal acierto que la semilla una vez más cayó en tierra abonada cuyos frutos, hoy se ponen de manifiesto.